Queridos amigos, queridos hermanos y hermanas,
Acabamos de vivir dos años de una aventura única en nuestra Iglesia, la de haber aprendido a caminar juntos, a escucharnos, a atrevernos a confiar unos en otros, a salir de nuestras burbujas y de nuestras únicas convicciones, a enfrentarnos a otros en reuniones y enriquecernos mutuamente. Básicamente, vivimos una serie de conversiones personales y comunitarias, bajo el impulso del Espíritu Santo, guiadas por la Palabra de Dios y estimuladas por el encuentro con los demás. El Sínodo, todo sínodo, incluido el nuestro, es un acontecimiento del Espíritu.
Muchas personas concluyeron la 3ª fase del Sínodo confesando que ésta era la Iglesia que querían vivir. Hoy yo, vuestro pastor, reconozco la obra de Dios en lo ocurrido durante estos dos años de intercambio y oración. Me siento llamado a seguir viviendo esta conversión sinodal que implica el encuentro con todos, la acogida y el cuidado de todos, mediante el compromiso de todos y mediante la formación espiritual y cristiana, así como el conocimiento de la patria que nos acoge. Sólo así podremos ser una Iglesia significativa como nos pidió el Papa Francisco cuando vi entre nosotros en marzo de 2019.
De los diferentes grupos y asambleas sinodales surgieron propuestas concretas que nos permitirán permanecer en una actitud de constante conversión al soplo de este Espíritu que nos llama a vivir en esta tierra marroquí, aunque sea por algunos años. Estas propuestas se convierten ahora en orientaciones al servicio de nuestro caminar juntos (en la Iglesia y con quienes nos rodean), nuestra comunión y nuestra misión como cristianos en Marruecos. No son uno en sí mismo, pero deben permitir que se integren en nuestras estructuras, en nuestras reuniones, en nuestras parroquias y hasta en los más pequeños de nuestros hogares, esta llamada a permitir que nuestra mirada, nuestra acción y nuestras relaciones sean transformados como Cristo nos urge para hoy.
Estas propuestas no son un fin: necesitarán ser retraducidas y complementadas constantemente sumergiéndonos nuevamente en la experiencia única que fue nuestra durante este Sínodo y que está plasmada en el documento “Primicias del Sínodo 2021-2023”.
Por último, quisiera expresaros mi profunda convicción. Lo que habéis experimentado y sentís es la llamada de Cristo hoy para nuestra Iglesia, esta conversión a los caminos de Cristo tiene otro nombre: es el Reino de Dios ya presente entre nosotros. Las propuestas que habéis hecho son una manera de responder al mandato de Cristo: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo os será añadido” (Mt 6,33). El Reino de Dios es nuestra meta, nuestra misión, nuestro horizonte y nuestra esperanza. Es el fruto de nuestro trabajo pero, más aún, el don que Dios nos da y que pedimos cada vez que rezamos el Padre Nuestro diciendo “Venga Tu Reino”.
Por eso he considerado oportuno añadir a vuestras propuestas algunas orientaciones nuevas que me parecen completarlas desde la perspectiva del Reino: las encontraréis al final de este documento. Finalmente, volveré a vosotros en los próximos meses a través de una “Carta Pastoral” que traducirá en palabras del Reino las orientaciones del Sínodo que vosotros, como Pueblo de Dios, nos animáis a seguir y que os propongo hoy como camino futuro como pastor de nuestra diócesis.
Al inicio del Sínodo nos hicimos una pregunta: “Siguiendo a Cristo, ¿qué Iglesia para la diócesis de Rabat hoy?” Siguiendo a Cristo, así hemos caminado juntos y así debemos continuar. Siempre y en todo caminemos tras las huellas de Cristo. Él es nuestro guía y pastor de luz. Él es el camino, la luz, la verdad y la vida. ¡Sigámoslo a través de estas orientaciones !
1. Seamos una Iglesia de encuentro. Una Iglesia en salida y misionera.
Nuestra vida en Marruecos (dentro y fuera de la Iglesia) está marcada por la interculturalidad y el paso. Esto no facilita el encuentro y la comunión. Para permanecer en el proceso de conversión sinodal es necesario favorecer lugares y actitudes. En esta perspectiva, proponemos las siguientes orientaciones:
1.1. Creación de un equipo diocesano que se encargue en toda la diócesis, de estimular el trabajo en materia de interculturalidad e Inter-religión , con el fin de hacer crecer las relaciones internas en nuestra comunidad cristiana, con los marroquíes y con otras denominaciones cristianas.
1.2. Crear en todas nuestras comunidades cristianas jornadas de fraternidad, con regularidad y convivencia, abiertas a todos. Se tratará entonces de escuchar a los demás, compartir nuestras experiencias: de vida, de fe y buscar juntos la mejor comprensión el mundo de hoy, en particular Marruecos, donde vivimos. Depende de nosotros invitar gradualmente a amigos de otras denominaciones cristianas y musulmanas, así como a hombres y mujeres de buena voluntad.
1.3 Promover y generalizar las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), pequeñas células de la Iglesia, lo más cercanas posible a los lugares de residencia, que, además de la Eucaristía dominical, se reunirán al menos una vez al mes, para compartir las alegrías y las preocupaciones de la vida arraigada en Marruecos a la luz del Evangelio, orando juntos, dejándose enseñar por los demás, comprometiéndose en pequeños proyectos solidarios…
1.4. En todas nuestras reuniones nos comprometemos a: orar, mirar y escuchar juntos la Palabra de Dios.
1.5. Continuar las “visitas”, de la comunidad católica a la comunidad católica de la diócesis, de la comunidad católica a otras comunidades cristianas (EEAM, ortodoxas, anglicanas, iglesias en casas, etc.), de la comunidad católica a las comunidades musulmanas y a las asociaciones marroquíes.
1.6. Organizar encuentros regulares – al menos dos veces al año – entre sacerdotes y pastores, o incluso entre comunidades cristianas, con el objetivo de orar juntos, nutrirnos de la Palabra de Dios y reflexionar juntos sobre nuestro modo de estar presentes en esta tierra marroquí siguiendo a Jesús y el Evangelio.
2. Seamos una Iglesia que se preocupa, acoge, escucha y acompaña. Una iglesia samaritana
El camino de la conversión sinodal nos mostró que la Iglesia debe ser ante todo “samaritana”, expresando su compasión por todos (sin excepción), mediante la acción de todos (y no sólo de los especialistas) y en todo (más allá del estricto marco financiero). Por eso, estamos llamados a desarrollar las capacidades de acogida y escucha de nuestras comunidades. Las siguientes sugerencias nos ayudarán a lograrlo.
2.1. Creación de un Consejo Diocesano de Solidaridad, que se encargue de identificar todas las fragilidades, pobrezas, incapacidades, carencias y precariedades para tenerlas en cuenta. Cáritas diocesana, con su experiencia y sus capacidades, pertenecerá a este consejo, pero también estarán representadas la realidad de los inmigrantes, la de las personas encarceladas y la de otras personas que la caridad cristiana invita a tener en cuenta. El consejo se asegurará de que las acciones de ayuda estén abiertas al mayor número de personas posible y de que la ayuda esté estructurada.
- 2.2. Desarrollar una pastoral para quienes eligen quedarse en Marruecos (jóvenes profesionales, familias, etc.).
2.1. Considerar, en colaboración con el Consejo de Solidaridad, una pastoral para los migrantes que pueda tener en cuenta todos los componentes de su situación frágil y vulnerable, y estructurar de manera coherente la ayuda y el acompañamiento en la diócesis.
2.2. Colaborar con estructuras marroquíes de asistencia a personas vulnerables y en situación de exclusión. Crear puentes, pensar juntos en la ayuda mutua.
2.3. Crear en las parroquias uno o más equipos de acogida y escucha, con poder de dar sugerencias, con vistas a ayudar a la integración de los recién llegados en la comunidad cristiana, acogiendo a los marroquíes y a los turistas que pasan y van al encuentro de los que no vienen.
3. Seamos una Iglesia que asegure la participación de todos. Una Iglesia organizada y en comunión.
El Sínodo nos demostró que es posible escuchar al Espíritu, discernir y tomar decisiones juntos, incluso si la mayoría de nosotros sólo pasamos unos años en Marruecos. El compromiso es parte de ser cristiano. Las siguientes estructuras ayudarán a desarrollar la participación de todos en las operaciones diocesanas y locales.
3.1. Tres Consejos estructurarán y dirigirán nuestras comunidades cristianas locales en conjunto con los Consejos diocesanos responsables de apoyarlas, alentarlas, liderarlas y evaluarlas:
-El consejo pastoral velará para que la comunidad cristiana, siguiendo a Jesús, sea enviada al mundo, acogiendo a todos, permaneciendo en servicio y se dejándose guiar por el Evangelio.
-El Consejo de Solidaridad tendrá en cuenta a los miembros más vulnerables, incluidos los estudiantes, los marroquíes en dificultades, los inmigrantes, los enfermos y los encarcelados. Se asegurará de que sean acogidos, escuchados, apoyados y ayudados. Para ello, el consejo integrará en la mayor medida posible a personas que experimentan la migración y los estudios en Marruecos, la fragilidad de la edad y la enfermedad.
-El Consejo Económico velará por los bienes de la comunidad cristiana, servirá a la vida pastoral e integrará las necesidades de la solidaridad.Los Consejos se estructurarán según personas disponibles y competentes. Según el tamaño de la comunidad cristiana, es posible que un único Consejo tenga en cuenta la vida pastoral, la preocupación por la solidaridad y la gestión económica.
3.2. Siguiendo la experiencia de las asambleas sinodales, el Consejo Pastoral Diocesano estará compuesto por miembros de los Consejos del obispo (sacerdotes y consultores, solidaridad, vida consagrada, enseñanza católica, financiero) y, según su tamaño, de 2 a 3 miembros de las comunidades cristianas locales, incluido el sacerdote responsable. Se reunirá dos veces al año para garantizar la comunión y la unidad, reflexionar sobre la coherencia entre las necesidades y expectativas de la misión, proponer medios de animación y ayuda mutua entre las parroquias y ayudar a la Iglesia a convertirse en una Iglesia de Marruecos.
3.3. De este Consejo se forma un Consejo de Coordinación Pastoral que será el Consejo permanente del obispo. Compuesto por 8 personas (hombres y mujeres, laicos, religiosos y sacerdotes), ayudará al obispo a conducir la diócesis hacia el Reino de Dios. El obispo nombrará a los miembros de este Consejo que se reunirá periódicamente.
3.4. Para una conducta coherente y evangélica de la diócesis, todos los órganos de asesoramiento y animación, todos los servicios y responsabilidades, serán evaluados cada año. Además, en caso de cambio de director, se realizará un traspaso de todas las actividades pastorales.
3.5. En una Iglesia de encuentro, acogida y participación, la comunicación es vital. El Servicio Diocesano de Comunicación se reorganizará y ofrecerá herramientas útiles adaptadas a las necesidades actuales, a nivel diocesano y local, con la ayuda de personas de relevo en todas las parroquias.
3.6. Acoger y acompañar a los marroquíes que quieran conocer mejor a Cristo, siguiendo las directrices pastorales propuestas por la comisión encargada de los “nuevos discípulos”.
4. Seamos una Iglesia que aprende y se forma. Una Iglesia en formación.
La presencia en Marruecos, con nuestros diferentes orígenes, el desafío de la migración y de la vida entre un pueblo de diferente fe junto a tantos hermanos cristianos de otras denominaciones nos interpela y cuestiona fundamentalmente nuestra fe y nuestra forma de percibir nuestro ser en el mundo. Esto implica un esfuerzo especial en términos de formación para que estos desafíos se conviertan en oportunidades de gracia, de relación y de crecimiento, y no de miedo y retraimiento. Las siguientes áreas nos ayudarán a avanzar juntos en esta dirección.
4.1. Crear una Comisión Diocesana de Formación. Identificará necesidades y recursos humanos y ofrecerá formación específica, directa y a distancia. Estará disponible para eventos en las comunidades cristianas locales, como se hizo por la Universidad de Verano para estudiantes.
4.2. Promover y utilizar los recursos de formación del Instituto Teológico Ecuménico Al-Mowafaqa (a nivel diocesano y parroquial).
4.3. Tener en cuenta también (poco a poco) las necesidades de formación en materia de escucha, vida espiritual y su apoyo, conocimiento de la Biblia y de la liturgia, islam y cultura marroquí, apoyo a las personas en situación de vulnerabilidad…
4.4. Ofrecer una catequesis reflexiva para adultos de diferentes culturas adaptadas a la vida en el entorno musulmán marroquí.
4.5 Ofrecer formación en el idioma del país de forma concreta.
4.6. Creación de una Comisión Diocesana de Liturgia para ayudar a las comunidades cristianas a promover los actos y actores de la liturgia, estructurar las liturgias de la Palabra y ayudar a dirigir la oración. Trabajará en estrecha colaboración con la Comisión Diocesana de Formación para una liturgia de la Iglesia en Marruecos.
5. Seamos una Iglesia respetuosa de nuestra casa común y de su entorno. Una Iglesia ecológica.
La consideración y el cuidado de nuestra “casa común” y de su entorno apenas fueron mencionados durante el proceso sinodal. Y, sin embargo, no pueden ser una opción para nuestra Iglesia desde Laudato Si’ (Encíclica del Papa Francisco de 2015) y Laudate Deum (de 2023). Debemos ser capaces de trabajar en ellos junto con quienes nos rodean (cristianos y musulmanes). En esta perspectiva propongo:
5.1. La creación de una Comisión Ecológica de reflexión y propuesta, cuyo objetivo es involucrar a nuestras comunidades cristianas en acciones concretas para salvaguardar nuestra casa común, cultivar nuestra conversión ecológica y practicar la espiritualidad ecológica con miras a una “Iglesia ecológica”.
5.2. Valorar especialmente dos días de oración sostenidos por la Iglesia:
– Jornada de Oración por la Paz, 1 de enero.
– La Jornada Mundial de Oración por la Protección de la Creación, el 1 de septiembre, seguida del mes de la Creación hasta el 4 de octubre en la fiesta de San Francisco de Asís.
Estas Jornadas de Oración se pueden vivir de manera ecuménica e interreligiosa.
No para concluir sino para continuar…
Me gustaría agradecer a Dios junto con vosotros por el camino que el Señor ha trazado en nuestra Iglesia durante los últimos dos años. También quisiera pediros, cada uno a vuestro nivel, que colaboréis en la aplicación de las orientaciones anteriores que son fruto de la obra del Espíritu en nosotros.
Estas orientaciones y estas propuestas son todos proyectos abiertos. No se trata de afrontar todo de una vez ni de lograrlo de inmediato, sino de no perder de vista la perspectiva de conversión permanente a la que Cristo nos llamó a través del Sínodo.
Comprometámonos juntos y personalmente a dar lo mejor de nosotros mismos para que nuestra diócesis de Rabat sea signo de comunión y fraternidad. ¡Seamos una Iglesia de la Buena Nueva para Marruecos!
Una nueva etapa se abre hoy para nosotros, como diócesis, como parroquias, como comunidades religiosas, como comunidades eclesiales de base, como familias y como cristianos. Se lo encomendamos al Señor y a Nuestra Señora de Marruecos, a través de una nueva oración que os pido que apreciéis y recéis regularmente -como habéis hecho con la oración del Sínodo- para que lo que hemos recibido tome forma y vida.
En Rabat, 6 de noviembre de 2023,
+ Cristóbal Cardenal LÓPEZ ROMERO, Arzobispo de Rabat
ORACIÓN POR UNA IGLESIA SINODAL
Dios, Padre nuestro, único y misericordioso, Tú velas por tu familia humana, rica en sus culturas y en sus proyectos. Ella es nuestra familia en marcha hacia tu Reino de justicia y paz. Bendice nuestro caminar juntos, como hermanos y hermanas, aprendiendo a respetar a todos, dando un lugar a todos, acompañando a los más vulnerables.
Señor Jesús, nosotros que somos tus amigos, tú eres nuestro maestro del Evangelio. Para nuestro camino de vida en esta tierra marroquí, que tu bondad sea nuestro bastón para encontrarnos con todos y hacerlos hermanos y hermanas. Que nuestra amistad entre en conversación con quienes son diferentes y sufren.
Espíritu Santo, tú que eres espíritu de comunión y reconciliación, afina nuestra inteligencia, para que nuestras elecciones, discernidas juntas y con la participación de todos, produzcan frutos de participación, hospitalidad y fraternidad y nos comprometan a preservar la armonía de nuestra casa común.
María, Nuestra Señora del Camino y de la Visitación, ruega por nosotros y por nuestra Iglesia en marcha, hasta la hora de nuestro Paso hacia la casa común del Reino de Dios, donde todos seremos libres y amados. Amén.